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El hijo y el tiempo ( AHORA SE TITULA COROMOTO)

COROMOTO

Yo besé su boca cuando los hombres aún no habían inventado el tiempo.
Nada se movía en las tinieblas. El aire estaba muerto. Los rayos de luz no abandonaban aún sus ojos. Volé, agitando las nubes de polvo de astros y hoyos negros, y los ojos del sueño me miraban, y mis manos se crecieron al encuentro de sus brazos.
Y lo primero fue lo último, “hágase la luz”, y la luz fue hecha, y una voz de suave trigo pronunció su nombre.
Sonreí al ver caer las estrellas luminosas que se esparcían en la nada al entrar al cielo azul violáceo: en el horizonte dorado encontré la rosa.
Me acerqué y toqué sus pétalos. Y se hizo la distancia y la materia fue ciega. En lo profundo del mar, en las verdes selvas y en el desierto de fuego, me cubrí con su velo. Y la niña y la rosa se encontraron en una cuenca del Amazonas.
En el dolor y en la distancia me fui formando, me dibujaba entre las multitudes y, sufriendo todos los pesares del mundo, derramé mi sangre por su amor.
Y cuando volví a mi tiempo, era de día, pero la humanidad todavía dormía en la noche, alumbrada por los ojos de Coromoto...

2008
Héctor Rivero


***


Yo besé su boca cuando los hombres aún no habían inventado el tiempo.
Nada se movía en las tinieblas. El aire estaba muerto. Los rayos de luz no abandonaban aún sus ojos. Volé, agitando las nubes de polvo de astros y hoyos negros, y los ojos del sueño me miraban, y mis manos se crecieron al encuentro de sus brazos.
Y lo primero fue lo último, “hágase la luz”, y la luz fue hecha, y una voz de suave trigo pronunció mi nombre.
Sonreí al ver caer las estrellas luminosas que se esparcían en la nada al entrar al cielo azul violáceo: en el horizonte dorado encontré la rosa.
Me acerqué y toqué sus pétalos. Y se hizo la distancia y la materia fue ciega. En lo profundo del mar, en las verdes selvas y en el desierto de fuego, me cubrí con su velo. Y la niña y la rosa se encontraron en una boyeriza.
En el dolor me fui formando, me dibujaba entre las multitudes y, sufriendo todos los pesares del mundo, derramé mi sangre por ella.
Y cuando volví, era de día, pero la humanidad todavía dormía en la noche.

\re-editado hoy enero 28, 2022 pm en San Antonio Texas
Este poema fue publicado en la revista En Sentido Figurado ©Imagen: David Álvarez Cáceres (España), 2009

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